martes, 30 de agosto de 2016

Juliana Vermeire deja de vivir a los pies de Sierra Cebollera

Reproducimos a continuación una noticia sobre la que este blog hizo un reportaje hará unos dos años. Ahora parece que Juliana abandona su vida a los pies de Sierra Cebollera.
Extraído de El día de Soria
Juliana Vermeire viajará el próximo miércoles a un monasterio cisterciense en Toledo
Será el próximo miércoles 18 cuando los vecinos de Sotillo del Rincón comiencen a notar la ausencia de Juliana Vermeire, lamonja cisterciense belga que ha vivido 37 de sus 86 años como ermitaña en una casa prefabricada de madera en mitad de un bello paraje boscoso de esta localidad soriana, dedicada a la oración y a la meditación.
El abad del convento de Santa María de Huerta, el padre Isidoro, ha convencido a la religiosa belga, “con mucha mano izquierda”, de que debía de vivir su última etapa en mejores condiciones, ya que se encuentra muy afectada de salud a consecuencia de la artrosis que sufre desde hace décadas. Eso sí, no quiere que su traslado cambie de forma radical su vida y dice que le han prometido que en el monasterio asistencial de Toledo, que será su próximo destino, podrá seguir viviendo como ermitaña y que le construirán una casita en mitad de las cien hectáreas de superficie de que dispone el recinto.
“Yo quiero seguir viviendo en soledad y espero que me respeten esta decisión. El miércoles vendrá la abadesa de mi convento en Bélgica, sor Beatriz, para acompañarme a Toledo. En mi convento la situación es también difícil porque las once religiosas que lo habitan tienen más de 80 años”, relata esta religiosa que pasa el día en oración escuchando música de Bach y leyendo obras de Kierkegaard, entre otros de los pensadores más influyentes de Occidente.
Su vida ermitaña ha sido motivo de respeto para los muchos vecinos de la zona que la conocen y de interés para muchos de los medios de comunicación tanto españoles como europeos que han querido retratar a una de las pocas personas que en España optan por un tipo de vida que parece de otro tiempo. Desde que la agencia Ical revelara en 2010 la vida de Juliana, hasta su sitio de retiro en Sotillo del Rincón se han acercado filósofos, espontáneos y catequistas que muestran a los niños qué es el ‘ora et labora’. Esta fama tardía en ocasiones le incomodaba y advertía: “No me gustan los programas sensacionalistas. Yo no busco la publicidad, quiero una vida escondida”.
Juliana vivirá hasta el próximo miércoles en una casa de madera compuesta por un pequeño habitáculo donde ha instalado un altar para rezar y una habitación sin cama, ya que, duerme en un saco, donde pasa la mayoría del tiempo en invierno. Dice que nunca ha estado enferma y reconoce que en Soria sí pasa frío. Es, además, una mujer culta que sabe hablar flamenco, español, inglés, alemán y un poco de euskera y que ha escrito el libro ‘Aquel que yo más quiero’. Antes de asentarse en Soria vivió como ermitaña en las provincias de La Rioja, Vizcaya y Zaragoza
Su vida es simple. Sigue levantándose a la una y media de la madrugada a orar y acostándose a las 20.30 horas de la tarde. Se alimenta de los productos que ella misma cultiva de su huerta y de lo que le ofrecían los vecinos. Con los 200 euros al mes le ofrecía el gobierno belga, como pensión por su trabajo de enfermera antes de ingresar en la orden, compra algunos productos de higiene personal, leche y algunos frutos secos, aunque la mayor parte va destinada al párroco del pueblo que lo emplea en proyectos de desarrollo.
A pesar de su elevada edad, su cabeza funciona a pleno rendimiento. Escucha música clásica, sobre todo a Bach, y una vez al día oye las noticias de la radio, por si ocurre una catástrofe y puede interceder orando por las víctimas. “Sigue durmiendo en el suelo y la casa donde habita está muy deteriorada por el paso del tiempo”, detalla Maruchi Gómez Zarzoya, una vecina de Sotillo del Rincón que durante su larga estancia en su pueblo ha sido una de las que más han velado por el bienestar de Juliana.
Maruchi Gómez explica que la propia religiosa ha sido remisa a abandonar el lugar donde quería morir, pero señala que la religiosa ha entendido que “debía obedecer” y, por ello, aceptó la idea de pasar sus últimos días en un convento de su orden en Toledo.
“Me da mucha pena que se vaya, porque sé que ella quería morir aquí. Sin embargo su estado físico y de salud requiere que viva en otras condiciones, por ello, entiendo su marcha”, admite con resignación, al tiempo que reconoce que es “como de su familia”.
La larga estancia en Sotillo del Rincón han servido para que Juliana estrechará lazos con los vecinos de esta localidad soriana, enclavada en plena Sierra Cebollera y que entre todos encuentren la manera de echarla una mano en su vida cotidiana. Esta semana, falleció una de las vecinas con las que tenía relación, Saturnina Monje, que era la persona que le recogía y guardaba la correspondencia y sor Juliana encontró la manera de que alguien le llevar al funeral para poder despedirse de ella.
El alcalde del municipio, León Matute, asegura que la vida de Juliana ha sido un ejemplo en muchos sentidos, y que siempre tenía un “mensaje de esperanza” para toda la sociedad. En Navidad, Juliana remitía una felicitación al Ayuntamiento en la que recordaba que “los seres humanos solo piensan en sí mismos y les alentaba a mirar por los demás”.
“Ha vivido en unas condiciones muy duras, porque en invierno en Soria hace mucho frío y en verano paseaba por el bosque y trabajaba en el huerto con muchísimo calor”, relata el regidor, quien agrega que hace dos años viajó a Bélgica con el párroco del pueblo, Abel Gómez, y no quiso quedarse entre los suyos.
Juliana no quiere tomar medicinas. Desde hace medio año ya no puede andar en la bicicleta con la que se desplazaba por el pueblo y con la que iba a misa porque no tiene suficiente autonomía y según el cura del pueblo, ella no quiere convertirse en una carga y por ello se marcha. “No se ha ido y ya notamos un vacío”, detalla.
La monja culta, que leía a Kierkegaard, dice adiós a Soria con una sonrisa afable y recordando que ahora solo lee sobre Jesucristo, ya que en sus enseñanzas están las claves para la esperanza de la humanidad.
Fuente: El día de Soria

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